El PAN está a punto de festejar 80 años de vida, en un escenario no sólo complicado sino adverso en muchos frentes. Lo sucedido en Baja California –luego de perder la gubernatura– con la llamada Ley Bonilla, demuestra que pese a los discursos que hablan de unidad y que buscan ofrecer una imagen positiva ante el ciudadano, la realidad es que la celebración por la 8 décadas como partido político tienen poco de festivo y sí mucho para reflexionar.
Qué 80 años no son nada
En septiembre el Partido Acción Nacional cumplirá 80 años desde su fundación en 1939. Sin duda, se trata del partido político –en estos momentos– que puede representar la oposición al actual régimen, pero también se trata de una fuerza política que no termina de salir del bache en que se metió desde hace varios años, pues la derrota electoral de 2018 no significo sino un tropiezo más en su historia.
Y es que temas como la división interna, la onda grupera, las renuncias que se han presentado en distintos momentos y baja competitividad electoral que ha tenido en los últimos comicios, no son sino el reflejo de los problemas internos y la pérdida de la confianza ciudadana, así como del desgaste que como partido gobernante ha tenido.
El caso de Baja California es, en este sentido, un buen ejemplo de lo comentado, pues no sólo se trata de la derrota en la elección para renovar la gubernatura, sino en la manera en que diputados locales –incluyendo a un ex dirigente de Acción Juvenil, en teoría el semillero del panismo– dieron la espalda al blanquiazul y terminaron apoyando la causa del candidato de Morena.
¿Cómo responde el panismo a estos retos? Reciclando a personajes que brincan de un puesto a otro o repitiendo en Comités Directivos sin dar el lugar a rostros nuevos. De hecho, toda la estructura de asesoría que el PAN tenían en sus fundaciones fue desmantelada, para utilizar los recursos que se destinaban a ese fin para otros objetivos.
De igual manera, los festejos para el 80 aniversario repiten fórmulas utilizadas en el pasado, sin buscar innovar y, muy importante, sin mirar al futuro, pues se repite la idea de que el panismo vale por lo que se hizo antes, por el pasado, no por lo que podrían ofrecer a un electorado que empieza a desencantarse por lo hecho por el actual gobierno de la 4T.
De hecho, la versión de que Ricardo Anaya prepara su regreso y que podría ser candidato en el 2021, además de la columna que apunta a una posible alianza con el PRI –aunque sea de facto– para los comicios intermedios en los que se renovará la Cámara de Diputados, muestran a un panismo que no podrá por sí solo enfrentar a Morena en los próximos comicios.
Sume al escenario anterior la competencia de México Libre, el partido de Felipe Calderón, los intentos perredistas por revivir mediante un frente antiAMLO a través de Futuro 21, y se verá que el panismo está lento de reflejos y sin iniciativa ante un panorama político bastante complicado.
Cómo apuntamos en un texto anterior, la pregunta que muchos se hacen es qué alternativa ofrece el PAN ante un creciente sector de la sociedad que se desencanta ante el gobierno lopezobradorista.
Que el festejo por el 80 aniversario sea encargado a una militante que repite las fórmulas de otros aniversarios –conferencias, discursos y demás– y que se apele al pasado, es una mala señal de un panismo que no termina de digerir lo que ha pasado en los últimos años.
Migajas
El dirigente nacional del PAN sigue con el discurso de que su partido será contrapeso del gobierno, el problema es que no se ve –a excepción de las críticas de siempre– alguna alternativa que ofrezca.
Rumbo al festejo, el panismo mira hacia atrás y ofrece su pasado como única diferencia con los otros partidos, incluyendo el que gobierna.